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Ética y Épica

Ética y épica están en mi opinión íntimamente unidas, en especial en tiempos difíciles. Cuando la realidad confronta abiertamente nuestros valores no hay que esperar apoyos ni recompensas, sino recurrir a lo gratuito y grandioso de la épica.

De la misma forma que en tiempos calmos y equilibrados la épica puede ser sólo un arrebato de narcisismo, en época convulsa la épica es sustrato de nobles conductas. No, no hablo de ruidosas revoluciones (sólo justificables en muy contadas ocasiones) sino de tan silenciosos como íntimos rechazos a lo socialmente aceptado, a lo políticamente correcto, a la aberración normalizada. Basta con un repetido “no estoy de acuerdo”, “no trago”, no me resigno a que esa sumisa ignorancia o displicencia se instale en mí.

Porque quiero creer que la verdad siempre acaba por sobreponerse (que no imponerse) aunque no siempre ganen (y se les reconozca el mérito) a “los buenos” a los que han trabajado para no ceder a la pereza, a la inercia y a la tontería de masas.

La ética y la épica son prebendas humanas del más alto nivel. No podemos renunciar a ellas sin caer en la degradación, pero es cierto que la “zona de confort” el “Laissez couler” es tan atractivo como el desagüe lo es a toda suciedad que no se quiere ver.

Sé que muchos estaréis pensando en política, pero mi reflexión pretende ir más allá, porque se refiere a algo tan básico como los comportamientos cotidianos.

Hoy, cuanto todo el mundo aparenta saber lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer en una aparente globalidad libre e igualitaria, pero que en el fondo refleja una superficialidad amanerada e interesada, es más necesario que nunca el criterio propio, la valentía de lo diferente, la reivindicación de lo solvente no por su popularidad, sino por su especial sensibilidad y respeto por los valores humanos.

Y es que no me canso de remitirme a que todo es muy sencillo si no lo complicamos. Todos sabemos bien lo que es bueno, sano y provechoso para una mayoría ¿Por qué entonces no lo practicamos? ¿No será eso falta de ética y épica en favor de mera época y estética?

Faltar a la palabra por obra u omisión es pecado. No lo olvidemos.

La épica y la ética deben estar pues en nuestro día a día en el zen de las pequeñas cosas, en el compromiso de puntualidad, en el deber del reciclaje, en el confiar en la amistad, en la firme convicción en el género humano por encima de coyunturas, patriotismos, populismos y divismos.

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Foto de Michael Dziedzic en Unsplash

 

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  1. Buenas tardes señor Villa,

    Aunque esencialmente comparto su punto de vista, he de poner una objeción al planteamiento inicial.
    La realidad es.No tiene valores y no confronta valores, puede ser que aborrezca que la mantis religiosa hembra se coma al macho tras la fecundación, que le sobrecoja lo que queda de un bosque tras un incendio, que un tsunami acabe con la vida y bienes de miles de personas, como sucedió en el sudeste asiático hace no tanto, que le indigne que haya personas que se consideren con el derecho de arrebatar la vida o los bienes de otras personas, o de explotar sexualmente o como esclavos a otros, o de enganchar pasquines con cola en las paredes de las casas de otros…pero ello no supone que la realidad tenga valores.

    Lo que puede confrontar sus valores no es la realidad, sino precisamente los valores que se pretendan imponer o ya se hayan impuesto, a través precisamente de las ideologías (sistemas cerrados de pensamiento ajenos a la realidad).

    Por ejemplo ante la ideología de género, que niega la realidad biológica de los seres humanos, afirmando que son un constructo social, y como decía muy equivocadamente Simone de Beavoir, la mujer no nace se hace (e imagino lo mismo sería para el hombre), uno puede afirmar su falsedad, con lo que conlleva de insultos, rechazos, lo que llaman “ser cancelado”, incluso sanciones, o, y aunque en su fuero interno sepa que el rey está desnudo, callar, porque en la defensa de la verdad hace mucho frío.

    Esta mañana subía caminando hacia el mercado, y a media altura de la calle Lluçà he visto a una pareja que estaba mirando y haciendo comentarios, en relación a unos carteles enganchados con cola en la fachada de una finca. Como me chifla saber qué le interesa al mundo y a la mínima, intervenir en la conversación, me he parado a observarlos.

    De entrada, los carteles me han sorprendido mucho, pues recogían unos mensajes subidos a twuiter por el Padre Pablo Pich y por agnus dei cultwear, que se limitaban a expresar la realidad, en concreto, que el aborto es el mayor genocidio actual (el año pasado fue la mayor causa de muerte: mató a más de 70 millones de seres humanos) y que el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer (matrimonio procede del latín matrimonium que resulta de la unión de dos palabras del latín: mate que significa madre y monium que significa obligación y que se utilizaba como sufijo para darle acento legal a la primera, así que el significado gira alrededor de las obligaciones legales para con una madre) había por debajo una foto de unas personas sentadas en las escaleras de acceso a la Iglesia de Nuestra Señora del Remei con una cruz, y por encima un texto en negro sobre fondo blanco que decía algo así como que eso era lo que pasaba en la Iglesia de nuestro barrio.

    En mi ingenuidad, he pensado que los carteles los había enganchado el Padre Pablo Pich, y no podía entender que hubiera hecho algo tan zafio y poco respetuoso con los vecinos (estaban enganchados con un engrudo de cola ensuciando la fachada de la finca, tal como había pasado el 2 de octubre de 2017 cuando desde las sedes de ERC, JUNTS, CUP, se repartieron papeles, cubos de cola y pinceles para engancharlos en las fachadas de las fincas de Barcelona. Ese día iba yo a la estación de Sants a comprarme una tarjeta de transporte y vi a un hombre y a su hijo de unos 17-18 años que lo estaban haciendo en el exterior de las paredes del ascensor del metro y se lo afeé. A la vuelta vi que seguían con sus fechorías, y se les había sumado la mujer y madre, otro hijo y su novia, y les dije que en vez de ensuciar la ciudad se engancharan los papeles sobre su ropa y pasearan su discurso por las calles, sin ensuciar lo que es de todos. Como no me hicieron caso, me puse a muy poca distancia de ellos, y les iba repitiendo que no engancharan nada en las fincas, conseguí que no lo hicieran. Ellos me amenazaron con engancharlos en mi finca, y ante la posibilidad de que eso fuera así, en vez de irme a mi casa, permanecí junto a ellos. Al cabo de un rato, imagino que un tanto frustrados ante el fracaso de la tarea que se habían propuesto, se sentaron en unos bancos de la calle Fígols. Yo también me senté. Yo estaba un poco aburrida porque su conversación era todo lo contrario a interesante, pero tenía que proteger la fachada de mi finca y de mis vecinos de su ataque. Al cabo de un rato decidieron irse hacia otro barrio, o a su casa, eso no lo sé. Ahora sí, viendo que se iban en sentido y dirección contrarias al objetivo de mi defensa, y que no se paraban a enganchar nada, pude irme tranquilamente a hacer la comida).

    Volviendo al día de hoy, de la conversación entre la pareja me he dado cuenta de la realidad, aunque no en seguida. He oído que la mujer decía que suponía que eran para denunciar, y yo he dicho, claro por cómo están enganchados, pero creo que no me han oído (je je je afortunadamente) y entonces ella ha señalado un sello en la parte inferior derecha que ponía “fornada obrera” (luego he sabido que forma parte de la CUP) y entonces lo he entendido: ese grupo había enganchado esos carteles, con un engrudo de cola, dejando la fachada hecha un asco, y con una intención, no conseguida, de desacreditar a la Iglesia Católica, y en concreto al que había sido vicario de la parroquia del Remei.

    Cuando me he dado cuenta de que los guarros eran los de fornada obrera, ya no había posibilidad de que no interviniera. He dicho, pues es verdad lo que dicen, el aborto es la primera causa de muerte en España, cien mil seres humanos mueren cada año por esa causa…ella ha dicho esto es una cuestión de opinión. Yo le he dicho que era una realidad, y la realidad no es opinable (cuestión diferente es que dijeran que son partidarios de que los seres humanos maten a otros seres humanos, y eso sí que es opinable), se han ido sin querer seguir conversando. No entiendo el motivo y me ha sabido un poco mal. A la vuelta del mercado he bajado por la misma calle a ver si tenía la fortuna de mantener otra conversación sobre el tema con alguien más, pero no ha habido suerte, en fin…

    Para acabar, estoy con usted en que no hay que complicar la cosas, y que todos sabemos lo que es bueno, no para una mayoría, sino lo que es bueno y lo que es malo. Todos conocemos lo que está bien y lo que está mal, aunque algunos pretendan imponer que lo que todos conocemos que está bien, está mal, y lo que sabemos que está mal está bien.

    reciba un cordial saludo

    Meri

    1. Gracias por tan amplio y detallado comentario. Me interesa especialmente tu atinada reflexión sobre realidad (mirada fenomenológica) y opinión (mirada ideológica)
      Un placer leerte, aunque mi acuerdo no sea pleno ni mucho menos en todos los temas.