Atención. Atención.
La atención es la fuente de todo crecimiento y maduración personal, pero también puede convertirse en desagüe para una supina ignorancia.
Entre prestar atención y ceder a quien “sólo” pretende llamar la atención hay un abismo que separa percepción y conciencia de automatismo y alienación, pero hoy en día lo olvidamos con total frecuencia.
La sociedad de consumo ha hecho de nosotros no ya voraces consumidores de bienes y servicios, sino seres consumidos por el engranaje del algoritmo y la manipulación.
¿Qué compra sino la publicidad y las redes sociales? Es obvio que nuestra atención. ¿Y por qué puñetas quieren seguir comprando nuestra atención si ya les hemos entregado todos nuestros deseos a cual más superfluo e inverosímil de adquirir todo lo innecesario? Fácil, porque nuestra atención sigue dando poder y dinero.
Dejadme que os cuente cómo veo yo el engranaje que nos enajena.
Para que no ejerzamos nuestra libertad de prestar atención a lo que en verdad genuinamente nos interesa (pero que necesariamente requiere un esfuerzo) el primer paso es llamar nuestra atención. ¿Cómo? Fácil, distracción gratis. “Desconecta de tu triste emoción, disóciate y descansa tranquilamente en el sofá frente a tu pantalla. Deja de preocuparte, los “Likes” llegarán a ti en un sin sentir.”
“Espera, espera, no te vayas, ahora vamos a generar más ruido” ¿Cómo? Fácil, generando alarma, exaltando la rabia, el odio y el miedo. Programación X, pornografía emocional a domicilio, gratis y sin siquiera solicitarlo. Tranquilo, la máquina se retroalimenta con tus propias heces. ¿Pero por qué? ¿Por qué nos hacen esto? ¿Tan perversos son?
No, sólo vienen a por audiencia, datos. Información es poder. Las empresas pagan por ello.
Eso es, esa es la maquinaria de hacer de nuestro curro un churro: Comprar nuestra atención a bajo coste, alimentarla de basura irritativa, recetarnos pomada sumisiva o radioterapia exaltativa (da igual, son dos caras de la misma moneda) y dejar que tú mismo la retroalimentes para que a fuego lento se cueza el mundo en un caldo de bipolaridad, populismo e ignorancia generalizada bajo el “democrático” manto de la mayor desvergüenza nunca jamás contada.
En fin, no quisiera yo ser catastrofista, pero o recuperamos decididamente el control de nuestra atención o ahora ya sabemos que tras la atención va la decisión y… si vendimos la primera tan barata no esperemos clemencia en todas las decisiones que van a tomar por nosotros haciéndonos creer que respetan nuestra sagrada y soberana libertad de veto y voto.
Mmm… y es que sin personalidad no somos más que una Muska.
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Foto de Ben Hershey en Unsplash
Sí.
Humorísticamente expresado (ya me lo has oído decir más de una vez, lo tuyo es la narrativa humorística) dando en el clavo
El poder, el saber que pueden hacer de nosotros lo que quieran porque somos unos peleles, y lo que quieren para nosotros no es nuestro bien, pues, como dices, nos quieren enganchados a la satisfacción inmediata de los deseos, sin la posibilidad de desarrollar nuestras capacidades, nuestros talentos, hurtándonos nuestro derecho al esfuerzo, al error…todo ha de ser fácil, en un click
¿Perversos, malvados…? No nos compete juzgar a las personas, de las intenciones sólo Dios conoce: “No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.” (Mateo 7. 1), pero eso no impide juzgar los actos, y desde luego no son actos de amor
Buenas noches amigo
Completamente de acuerdo. Mmm… cosa no frecuente 😅🙏