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Qué hacer para que te escuchen.

Ruido, mucho ruido e infoxicación, y narcisismo oratorio, y verborrea incontinente, y diálogos de besugo, cháchara vecinal y…

A casi todos nos gusta hablar, y a TODOS nos gusta que nos escuchen, pero pocos saben escuchar.

Encontrar a alguien que nos escuche, nos atienda y sepa entender lo que queremos transmitir es uno de los placeres más excelsos, y una de las piezas esenciales para empezar una terapia que se precie de construir vínculos potentes para transitar procesos verdaderamente sanadores. Pero ¿Qué hacer para que nos escuchen?

Antes de responder a esa pregunta o echar la culpa al oyente, mejor preguntémonos ¿Qué hacemos nosotros para que no nos escuchen?

Los expertos hablan de un ranking con 7 hábitos nefastos ¿Te suenan?

  1. Críticas. “El mundo confabula contra mí. Y ni tú, ni nadie, estáis haciendo nada para cambiarlo.”
  2. Quejas “Mi vaso está medio vacío. Y eso me preocupa en sobremanera.”
  3. Juicios morales o de valor: “Yo sí sé sentar Cátedra. Y parece que nadie más sabe lo que es bueno.”
  4. Negativismo “Drama o Catástrofe. Tú escoges.”
  5. Culpabilización. “Víctima o Verdugo. Da igual.”
  6. Fantasía maníaca. “Todo es fantástico y no hay dios que me pare o pueda decirme lo contrario.”
  7. Dogmatismo, rigidez y… proselitismo. “Si no estás conmigo es que no sabes de qué va la peli.”

Si ya has conseguido mantenerlos a raya ¡VIVA! Felicidades, pasas a la siguiente pantalla en la que trabajar…

  • Vivacidad Hila un diálogo fresco sin invasión del espacio ajeno ni “rollos acercadistas” que carezcan de concreción.
  • Integridad Céntrate en las pocas palabras que demuestren tu coherencia y compromiso personal entre lo que dices y lo que haces.
  • Verdad Quédate con las expresiones honestas, que reflejen realismo, autenticidad, apertura de miras y transparencia.
  • Asertividad Y si hay conflicto, focaliza en un mensaje final claro, que manifieste amorosamente pero sin confusión el no sin culpa ni acritud, o el sí con entusiasmo y energía.

Y todo ello, indudablemente aderezado por un tempo, tono y volumen sosegado. ¿Qué te parece? ¿Hablamos? Te escucho.

Foto de Franco Antonio Giovanella en Unsplash

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  1. Buen post Manuel. Qué poca gente nos escucha de verdad y cuántos problemas genera esta incomunicación en parejas, equios de trabajo, amigos La terapia puede ayudar en muchos casos.

    1. Siii. Hay que practicar la escucha empática = Escuchar no sólo las palabras sino desde dónde se pronuncian (retorica mental? pasión o drama emocional? reacción visceral?) y a qué atienden.
      A la mirada terapéutica le sigue la escucha empática. Que te voy a contar que tú no sepas!!