Mi niño interior
“Mi niño interior ha sido castigado durante muchos años al rincón de pensar. Es cierto, no le he hecho caso. Me ha pedido en múltiples y diversas ocasiones salir al recreo, disfrutar de esto o aquello, quejarse de eso o lo de más allá, pero yo no le he hecho caso. Y así durante cuarenta años, y ahora, ahora pretendo que me crea cuando le digo que ahora sí, que ahora voy a escucharle y respetarle.”
Leyendo a Nathaniel Branden se me despiertan muchas emociones dormidas en el sueño de los tiempos. Y es que Branden nos propone recuperar nuestro niño interior, donde se conservan nuestros deseos, nuestra creatividad e inocencia, en base a unos ejercicios tan simples como completar una serie de frases evocativas, así es que te invito a leer pacientemente cada una de las siguientes oraciones, cerrar los ojos y dejar volar tu más pura imaginación…
- Cuando tenía siete/diez años…
- Con mis amigas/amigos me sentía…
- Cuando me sentía solo/sola…
- Si la niña/el niño que hay en mi hablara diría…
- Una de las cosas que tuve que hacer para sobrevivir fue…
- Cuando me doy cuenta, veo que trato a mi yo infantil como lo hacía mi madre/mi padre y eso me hace sentir…
- Si yo quisiera reconciliarme con mi yo infantil, le pediría perdón por…
Mmm… no corras. ¿Cómo te sientes? ¿Qué tal la experiencia? ¿Te ha ayudado a desempolvar algo de la noche de los tiempos? ¿Tiene eso algún vínculo, alguna relación, con tus cuitas actuales?
Nuestra historia, nuestra epigenética, esconde razones que si bien el cuerpo y el corazón conocen, la mente ignora.
Escuchaba esta semana en la serie “House of Cards” una frase cazada al vuelo “Tardamos mucho tiempo en saber la verdadera fuente de nuestro dolor.” y no pude menos que parar la película.
Puede que saber o intuir el origen de nuestro dolor sirva de poco, pero a mi entender es el principio de una penosa aventura de misterio y perdón que es lección de vida. Sin ella perdemos el hilo. Sin ella todo esto no tiene ningún sentido.
En ese sendero no hay razones, no hay palabras, argumentos ni justificaciones, bastan los sentimientos, emociones y aflicciones expresados en lágrimas y sonrisas ancestrales que nos conectan con lo eterno, con lo que el maestro Daikan Eno (trigésimotercer patriarca del budismo zen) dijo que éramos antes de nacer, ahora al vivir y después de morir.
Foto de Marcus Neto en Unsplash
Pues no vivo de este modo mi relación con mi pasado. Siento mi niñez y adolescencia a un tiro de piedra, a pesar de que hayan pasado tantos años y me entiendo. No reprocho nada a esa niña – joven que fui, pues mi conciencia es que soy yo misma, y en todo caso el reproche sería a mí.
Sabiendo lo que sé ahora, con mi experiencia, en muchas ocasiones, hubiera actuado de manera diferente, pero en aquel momento…pero me parece absurdo reprochármelo. Siendo yo también entonces, no tiene sentido pedir perdón; no es como si mi yo de ahora me hubiera obligado a mi yo de entonces a actuar de una manera contraria a la voluntad de ese yo de entonces (con mi yo de ahora o entonces hago referencia a mi yo y mis circunstancias de cada momento, porque yo sigo siendo yo aunque se hayan renovado todas mis células cada siete años)
No me sentía sola, estaba sola, y no sabía cómo dejar de estarlo, pero ahora me pasa lo mismo. Percibo que alejo a los demás (me olfateo y no noto ningún olor especial, por tanto, no creo que vaya por aquí la cosa, jejeje…). No entiendo a las personas, me desconciertan y con frecuencia me cuesta aceptarlas.
Cuando era pequeña fantaseaba con vivir en un país con un régimen comunista, un país como la URSS, tenía la idea de que allí si apreciaban que un niño tenía aptitudes para alguna actividad lo orientaban y preparaban para eso. Me hubiera gustado dedicarme al ballet clásico o a la gimnasia (tenía aptitudes) pero en mi mente estaba que en Barcelona no existía esa posibilidad, no había centros para ello o si los había eran muy caros, fuera del alcance de mis padres. En fin, qué te voy a contar (supongo).
pues eso
Gracias Meri. Aprecio siempre tu sinceridad. Creo que es uno de tus fuertes. Gracias.