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Dime cómo te proteges y te diré qué herida tienes.

Está claro que las heridas de la infancia marcan carácter.

Pero también está claro que no hay una correspondencia exacta entre herida y comportamiento, aunque, por qué no, cabe preguntarnos… ¿Existe alguna correlación intuitiva entre herida y forma de abordar el conflicto?

Aún a riesgo de una más que excesiva simplificación, sólo para invitar a la reflexión, aquí os expongo mis hipótesis.

  • La temprana herida de rechazo, que puede incluso acontecer antes del nacimiento, se podría vincular al aislamiento. El miedo al conflicto se aborda pues desde la no participación. (~ al eneatipo 5?)
  • La herida del abandono puede conducir a la dependencia. Una dependencia ansiosa o evitativa, pero que en no pocas ocasiones está ligada a cierta agresividad. (~ al eneatipo 4?)
  • La herida de humillación, o, en su versión algo más ligera, la de no ser vistos, puede llevarnos a repetidos roles de salvador, perseguidor o víctima. Un guion de vida marcado pues por la tendencia a entrar en juego psicológico desde una confluencia que puede derivar también en rotundas reacciones en sentido contrario. (~ al eneatipo 9?)
  • La herida de traición, aunque sólo fuere por considerarnos príncipe o princesa destronados, puede que nos lleve al miedo y la desconfianza (del eneatipo 6?) o a la necesidad de control y vanidosa competencia (del eneatipo 3?)
  • Y finalmente de la herida de injusticia, parece lógico que se pueda derivar la necesidad de imponer el propio juicio: moral/directivo (~ al eneatipo 1?) emocional/seductor (~ al eneatipo 2?) mental/manipulativo (~ al eneatipo 7?) o visceral/invasivo (~ al eneatipo 8?)

Cierto, no son más que hipótesis, pero puede que nos resulten útiles para eso que siempre dice una de mis terapeutas de referencia: “Explora por ahí.” Y es que, para observar en detalle, hay que saber qué mirar.

En cualquier caso, lo que sí parece claro es que hay un vínculo muy potente entre cómo fuimos tratados y cómo tratamos luego al otro. Si hay o no una relación tan simple y directa como la expuesta es otro tema.

La respuesta, cómo siempre, radica en ¿Nos es útil explorar desde ahí? ¿Te ha resultado útil tantear estas primeras explicaciones a tu posible comportamiento disfuncional?

Yo siempre pregunto a mis impacientes ¿Te resuena o te resbala? Porque la posibilidad de que sólo sean fantasías, proyecciones mías, siempre acecha.

Foto de Thought Catalog en Unsplash

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