Estrategias de manipulación.
Siempre he mantenido que la palabra vende y sólo el sentir se regala. Y es que la manipulación, grande o pequeña, voluntaria o inconsciente, siempre anda detrás de cualquier discurso.
Lo más grave es cuando ella se da desde instancias con mayor poder mediático, algo que acontece hoy más que ayer, y probablemente menos que mañana. Recuerdo que cuando era más joven se hablaba de la publicidad subliminal como de un monstruo agazapado tras la sociedad de consumo, pero a vistas de lo de ahora no parece más que un mocoso pretendiendo dar un susto por sorpresa. Hoy la manipulación ya se hace a cara descubierta y diríase que cada vez más con el beneplácito del consumidor acostumbrado a lo “gratuito” de los medios digitales, incluidas redes sociales.
Está claro que unos y otras lo que están comprando es nuestra atención, una atención que se está abaratando al mismo tiempo que el mercado se va atontando.
Por todo ello me ha parecido interesante recuperar las advertencias de Noam Chomsky sobre las más frecuentes estrategias de manipulación a modo de una check list a repasar para reconocer en qué pozos nos sumimos nosotros con mayor facilidad. Sólo voy a enumerarlas, que cada uno reflexione, si quiere, qué tal las evita o maneja.
- La distracción que premia repetidamente lo que más llama la atención sobre lo que merecería que le prestáramos atención.
- El ruido continuado bombardeando miedos y preocupaciones por encima de trabajos y soluciones. Está claro que vende más el miedo que la satisfacción. La infoxicación no deja de crear problemas para apuntar a soluciones que sólo dependen de ti, a fin de dejar implícito eso de: “Nosotros podríamos resolverlo, pero deberías entonces votarnos, comprarnos, atendernos…”
- La gradualidad hace que el veneno se asuma mejor en pequeñas dosis de letalidad progresiva.
- La trágica profecía de futuro que hace “vendible” un cambio inmediato aunque doloroso como algo absolutamente necesario.
- El populismo centrado en un mensaje básico, sencillo y asequible a todos los públicos despreciando con ello cualquier espíritu crítico que pretenda profundizar en la base sobre la que se construye.
- Más emoción que razón. Sabedores de que la emoción es la que mueve a la acción, los estrategas de la manipulación se mueven siempre en terreno reactivo, donde la ira, la envidia y el odio son drivers altamente motivantes.
- La educación sesgada hacia la polaridad y la sumisión. “Estás conmigo o contra mi” “Si estás conmigo no tendrás que preocuparte de nada. Todo te vendrá dictado para triunfar.”
- La mediocridad como aspiración encubierta bajo el reclamo de igualdad. “Si toda discrepancia es antidemocrática, el mínimo común múltiplo se establece en lo más bajo.”
- La culpa es tuya, no del sistema. “Si aparcas dónde no debes mereces una buena sanción. Si todas las plazas de tu barrio son de pago es porque soy un gran defensor del transporte público.” (aunque yo vaya en coche oficial a todas partes)
- El sistema nos conoce mejor que nosotros mismos. La estupidez generalizada y el comportamiento automatizado nos hace absolutamente previsibles.
En fin, mejor no seguir para no deprimirnos, pero por favor no dejemos de estar alerta o la inteligencia artificial acabará siendo preferible a la emocional.
Foto de Brian Wertheim en Unsplash