Confundir valores e ideales es un error de fatales consecuencias.
El diccionario no se moja, apunta maneras, pero no se moja, define los ideales como aspiraciones o metas, y los valores como principios virtuosos. Pero a mi entender, con este bagaje uno se queda excesivamente en la retórica sin entrar en esencia.
En mi opinión, los ideales son los ancestros de las ideologías, esas peroratas mentales que históricamente tantos enfrentamientos y daños frontales o colaterales ha causado. Mientras que los valores, sin dejar de ser constructos mentales acordes a cada época, por lo menos se vinculan algo más a la convicción individual, aunque a colación puedan tener también amplia repercusión en la acción social.
Leía estos días con ocasión de la guerra que ha roto Ucrania, pero que ha estallado en el corazón a todos, un aforismo de Erich Hartmann que dice algo así: “La guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por la decisión de viejos que sí se conocen y se odian, pero no se matan.”
Erich Alfred Hartmann apodado “Bubi” por sus camaradas alemanes y “Diablo negro” por sus adversarios soviéticos, fue piloto de cazas durante la Segunda Guerra Mundial, y estaba considerado el mejor as de la aviación militar hasta esa fecha. Su frase, en cualquier caso, me hace reflexionar ahora sobre lo que enunciaba al principio, el carácter proselitista, invasivo y batallador de las ideologías, y por ende de los ideales creados por otros (recordemos en esa línea la frase/arenga de José Antonio Primo de Rivera “La vida no vale la pena si no es para quemarla por un ideal.”) frente al carácter más íntimo y pretendidamente respetuoso de los valores.
“Respect” gritaba Aretha Franklin años más tarde en otro contexto, esa es la clave, esa debería ser la GRAN diferencia entre ideales y valores.
La guerra, cualquier guerra, cualquier combate, cualquier pelea, parte de un “Yo sí sé. Tú no sabes.” en el que el respeto huelga por su ausencia.
La paz, la tranquilidad de conciencia y la paz en el mundo parte de un “Yo soy yo y tú eres tú” y el reconocimiento de que es bueno que así sea y se respete desde un trabajo de integración de las diferencias en un marco común de principios universales, de líneas rojas que en pleno siglo 21 no deberíamos ya volver a traspasar.
Pero, por si aún queda alguna duda, ahondaré en el proceso. De la misma manera que los ideales nos frustran el presente, conforman ideologías y redundan en creencias y prejuicios, los valores, insisto, tal y como yo los entiendo, deberían descansar en la atención empática, la actitud proactiva y la revisión constante.
En resumen, que no nos movilicen para la guerra de arrasar con las diferencias, sino que nos mueva la paz de integrar sensibilidades, porque, no lo olvidemos, abrir conflicto es fácil, lo difícil es cerrar heridas.
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Quizás ambas se funden y los límites son difíciles de establecer. A menudo, las ideologías se basan en valores, y los valores son adoptados por las ideologías. La mezcla es explosiva y puede fácilmente conducir al enfrentamiento y a la guerra.
Al final, por repetitivo, todo resulta tan cansino… Es caer siempre en lo mismo, se le puede dar vueltas y más vueltas y filosofar (!!no a martillazos!!), buscar motivos más o menos aceptables, coherentes, pero todo se reduce a, perdóneseme la expresión: yo la tengo más grande y, si no me crees o no me das la razón por las buenas, te la arrebataré por las malas porque la idea que yo tengo es la única que vale. Y no hay más. Esta atávica tendencia cavernícola es eso, una pulsión, un instinto, que antes se calificaría como animal, pero que solo un presunto cerebro desarrollado puede elaborar basándose en ideas y valores.
Creo que Llevo ya lo dijo: intentar comprenderlas es pretender justificarlas.
Totalmente de acuerdo.
Incluso en eso de que intentar comprenderlas es pretender justificarlas. El único camino, en mi opinión, es integrarlas, asumir como bien apuntas indirectamente en tu escrito que esa agresividad (perro de arriba en Gestalt) y esa pasividad (perro de abajo en Gestalt) están latentes en todos nosotros y que para trascenderlas sólo cabe el prestar ATENCIÓN y atenerse a la ACCIÓN consciente.
Muchas gracias por tu aportación. Creo que sin duda enriquece el debate.