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Encontrarle el sentido a la vida

Ese es el reto, y no hablamos de objetivo, sino sentido, dirección, propósito. No es meta ni tan siquiera camino, es el sentido de este paso, de este instante que quiero vigilar esté apuntando a la felicidad. Puede cambiar, de hecho, debe cambiar, pero ahora, saberme bien orientado, es lo que me va a hacer feliz.

Vivir en el pasado o en el futuro es lo que desdibuja la dicha. La memoria es nido de idealizaciones o culpabilidades, la proyección colmena de expectativas o preocupaciones. Sólo el presente nos ofrece un quehacer significativo. Aquí y ahora podemos escoger, aquí y ahora reside nuestra libertad, nuestra responsabilidad y nuestra felicidad. Sólo falta saber hallarla.

Así es que te invito a una triple terapia reflexiva antiestrés, anti-ansiedad y anti-angustia vital. Te invito a responderte con total sinceridad tres “sencillas” preguntas para encontrarle el sentido a la vida:

  • ¿Qué te llena el día de hoy? No lo que “lo rellena” sino lo que hace que hoy valga la pena. Atender prioritariamente a “eso” es lo que te evitará caer en la alienación propia de un estrés cronificado. Establecer prioridades es capital, porque si no el día a día se nos come y lo urgente devora implacablemente lo importante.
  • ¿Qué te nutre la vida? Quizás antes de responderte algo tan esencial como la anterior pregunta te facilite la respuesta el mapear cuales son las raíces de tu actual energía vital: qué te sostiene o te ha sostenido en vida. Porque lo que no valoramos lo perdemos, primero lo ignoramos, y una vez olvidado, desaparece. Desempolvar aquello que nos nutre, lo que alimenta nuestras ganas de vivir es el mejor y más inmediato remedio anti-ansiedad. Si echas de menos a alguien, llámale. Si necesitas expresar, háblale. Si les quieres, díselo.
  • ¿Qué hay de ilusionante en tu vida? Quizás te ayude también ponerle foco a tu deseo. La dispersión complica la historia. El Niño lo quiere todo, y dado que todo es mucho, acostumbra a pensar que no tiene nada. Moderar nuestras aspiraciones y centrarnos en el gran valor de lo efímero y de las pequeñas cosas es la clave para combatir la angustia vital.

En resumen, decide ponerte en marcha y simplemente hazlo (Recuerda que el “Just do it.” no es de Nike, sino que es apropiación indebida de esa marca de un alegato zen) atiende a tus energías sin sobreestimarlas ni sabotearlas, e ilusiónate con algo concreto para no dispersar esfuerzos.

Decisión, concreción y determinación acaban con el estrés, la ansiedad y la angustia. Tómatelo como una prescripción facultativa.

Ah! Y no olvides que el sentido no se encuentra, se da.

Foto de Valentina Yoga en Unsplash

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