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El hilo rojo de mi karma.

Ayer terminé las 500 páginas de pura emoción que contiene el libro “27 personajes en busca del ser” (Ver reseña en el apartado inspiración) Una gozada. Y esta mañana me he levantado con una única reflexión en la cabeza, sólo hay dos comunes denominadores a todos los caracteres allí descritos:

  1. Nunca podremos llegar a comprender en su totalidad el calado abismal que tiene nuestro legado parental. Cuando creemos que hemos “tocado fondo”, descubrimos que hay “algo más”, que un nuevo trasfondo se abre a nuestros pies al revelarse nuevos aspectos antes cegados.
  2. Siempre la meditación es bálsamo recuperador de esencias en tránsito entre el inconsciente y el consciente.

No me voy a extender en este segundo punto, largamente referido y alabado en este espacio, pero sí me apetece acabar temporada con la invitación a que reflexionemos sobre la herida familiar que tanto condiciona nuestra mirada y que tan poco solemos tener en cuenta.

Pero antes, un par de consideraciones básicas que para mi son importantes: no se trata de buscar culpables, sino de entender los sesgos que nuestra especial necesidad de atención y amor manifiesta, y de ver así como nosotros personalmente hemos interiorizado reacciones, emociones, razones y conductas “automáticas” sin tener en cuenta que ahora somos adultos y que el contexto es otro. En este último apartado encontraremos nuestro mapa de crecimiento personal, nuestros “deberes kármicos” para limpiar vínculo conmigo mism@, con mis hij@s y allegados, y con el mundo entero.

A modo de primera guía os sugiero reflexionar sobre estas preguntas:

¿En algún momento, antes o tras mi nacimiento, sentí cierto rechazo o abandono por parte de mis padres?

¿Hubo en alguna ocasión durante mi infancia cierto sentimiento de menosprecio, de traición (por parte de uno o de ambos progenitores) o simplemente de injusticia?

Más allá de la “anécdota” ¿He reparado alguna vez en cómo ha condicionado esa experiencia mi mirada existencial?

Date permiso para sentirlo.

Puede que no fuese más que un detalle, o puede que fuese un trauma continuado, pero aquí lo que importa es cómo nos afectó, cómo nos está afectando todavía sin saberlo, sin reconocerlo.

En fin, la vida está por encima de la terapia. Más de una vez me han preguntado ¿Por qué el logo de terapia existencial está tachado? Y la respuesta es… no está tachado, sólo pretende evidenciar que el hilo rojo de la vida está por encima de todo, que la vida y el amor están más allá de cualquier concepto, reflexión… que la conciencia es un regalo, y que corresponde a cada cual desenvolverlo o traspasarlo tal cual nos llega.

Feliz verano.

Photo by Raul Cacho Oses on Unsplash

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  1. Añado una reflexión a los claros aciertos que has expuesto, Manuel
    La vida te muestra con claridad y te da recursos para avanzar cuando te abres a recibirlos (y si, la meditación es una gran forma de abrirte a esa escucha).
    Y solo un ejemplo: hoy vamos a comer juntos, después de años sin verte. Hoy llevo un hilo rojo que ayer me pusieron en la muñeca. Hoy he despertado sintiendo momentos concretos en los que mi herida de infancia se hizo más profunda.
    Y tu post ha llegado. Y el camino se hace más claro. Gracias Manuel.

    1. Sí, el hilo rojo es sabio, la coincidencia, la serendipia, la autorregulación organísmica de la Gestalt, se da siempre en positivo cuando nos alineamos con nuestro centro.
      Entonces todo fluye, y todo es posible, porque todo es vida.
      Si la convicción es abierta, el Universo entero conspira a tu favor.
      Gracias Gabriel por estar ahí.

  2. Buenos días Manuel,

    Iba a por el comentario del artículo más reciente y me he topado con este, y no he podido no detenerme en él. ¡27 PERSONAJES! ¡GENIAL! Espero en candeletas la publicación, sea cuanto sea el tiempo que tarde en llegar…
    En relación a lo demás, no comparto la premisa inicial tal como la planteas. Sí que pienso que las vivencias, especialmente las de la infancia, influyen muchísimo en cómo encaramos la vida, pero no creo generalizable la experiencia de falta de amor por parte de los padres, no es mi caso, y no me considero una singularidad en este sentido.

    1. Gracias Meri.
      No me refería tanto a la falta de amor como al necesario “corte del cordón umbilical” con la madre (y el padre) que todos debemos procesar en algún momento para disfrutar de una sana individualidad. Eso, ese mutar del vínculo unitario (esencialmente con la madre y después con el padre) es un hecho clave, y puede darse por muy diferentes motivos y en muy distintos momentos, lo que, según los sabios, invoca a uno u otro eneatipo. O eso creo interpretar yo. Jjj.