Skip links

Del grupo al equipo

Del grupo al equipo hay un buen trecho. Somos diferentes y cada uno de nosotros presta atención a cosas diferentes. Eso se traduce en que cada uno, aunque coincidamos en el mismo espacio tiempo, vivencia una realidad distinta. Si nos obstinamos en observar y recalcar esa oposición, el dialogo, el crecimiento, quedará trabado a la primera de cambio.

Para construir un equipo hay que poner ladrillo sobre ladrillo, no reaccionar, refutar, juzgar, corregir, contradecir ni atacar de buenas a primeras. Si eso hacemos, el grupo será un galimatías o no será ni eso.

Para hacer equipo uno debe estar abierto a no falsear una aceptación pamplinera que esconde un “Sí, pero…” ni negar lo que el otro considera su “verdad”.

Hay que aprender a practicar el “Sí, sí, coincido en que…” “Estoy de acuerdo en que…” “En efecto…” “Es verdad que…” “Así es.” en lugar de dejar llevarnos por el “siperonismo” que apunta al “sincericidio” y la rotura de vínculos.

Lo que transforma un grupo en un equipo es el vínculo, y si, aunque con toda la razón del mundo, lo ponemos en entredicho desde el inicio no habrá segunda oportunidad.

Para hacer de un grupo un equipo necesitamos tiempo, mucha empatía de arranque, y progresiva asertividad a continuación. Se trata de construir sobre la aportación del otro. Si cada uno va a su bola y nosotros a la nuestra puede que hagamos torres gemelas, pero no Catedrales perdurables en el tiempo.

Nadie dijo que fuera fácil. Hay que empezar por una escandalosa apertura a escuchar. Si no estamos totalmente abiertos a oír y explorar todas las opiniones y críticas, hasta las más tímidas, cómo vamos a cimentar un verdadero sentido de pertenencia en el grupo que se nos ha encomendado. Y si la crítica realmente no procede, expresarlo: “Perdona, no acabo de ver qué aporta esto al objetivo que hoy hemos puesto a debate. ¿Podrías aclarárnoslo?”

El liderazgo no va sólo de resultados y motivación del equipo, sino que debe sí o sí contemplar una atención personalizada a cada uno de sus miembros. Jugar con diez, con nueve, con ocho, no fue nunca una ventaja. Sacar lo mejor de cada uno es tarea de líder, y si las dificultades no se abren en el grupo, se critican fuera de él. Preguntar, dar un espacio a la disensión, es sinónimo de seguridad, integración y cohesión.

Lo que decíamos, las bases para hacer de un grupo un equipo.

Por lo demás, sólo habrá que custodiar la vinculación entre las consignas objetivo y las expectativas e intereses de todos. No es poco, pero la tarea se lo merece.

Foto de Olga Guryanova en Unsplash

Leave a comment

  1. se nota tu práctica en liderar equipos, interesantes reflexiones