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Bébete la botella entera.

A estas alturas todos sabemos ya que cualquier decisión implica una renuncia, y cualquier acción un montón de omisiones.

Podemos escoger hacer esto o lo otro, pero escojamos lo que escojamos estaremos dejando de elegir alguna otra opción. Está claro, pero cuando esto lo llevamos a la previa, al terreno mental, interpretativo, la cosa se complica: nos atascamos en el “Sí, pero…”

La botella está medio llena sí, pero también medio vacía. Ok, el principio de realidad siempre debe estar ahí para no negar lo cierto, pero el siguiente paso es preguntarnos: ¿Qué me es más útil AQUÍ y AHORA? Centrarme en que la botella está medio vacía y dar paso al miedo, la duda y el deseo no satisfecho, o concentrarme en la botella medio llena y abrirme a la convicción y la motivación por seguir en proceso.

Pam Grout en su bestseller “E2 Potencia tu energía” apunta a que, si sustituimos el temor por el amor, la fijación en la escasez, por la atención en la abundancia, la duda por la convicción, y la cavilación por la intuición, la vida fluye como si el Universo confabulara a nuestro favor.

Y es que, si yo cambio, todo cambia, si yo me concentro en lo positivo la vida se hace más amable, y ya sabemos que la amabilidad, en su versión introspectiva, se torna aceptación y la aceptación en simpática autenticidad.

Si en lugar de perdernos en los porqués (= la pregunta más neurótica que existe) en la inútil búsqueda de simples justificaciones (a algo que tiene múltiples explicaciones) si en lugar de jugar al sudoku mental nos ocupamos de estar más atentos a lo que surge y nos nace, a lo que nos nutre y nos da vida, tal vez podamos disfrutar más del presente. Porque anclarnos en el aquí y ahora, vivir en presente, es la única forma de saborear esa media botella que quedaba medio llena.

El error, la ansiedad se genera por pensar que si me la acabo no habrá más, y esa es la gran mentira. La botella siempre estará medio llena y medio vacía, bebamos o no bebamos. Por miedo, por avaricia, por “lo que pudiera pasar”, nos pasamos horas y horas, días, semanas y meses contemplando la botella frente a nosotros sin dejar de rumiar: Está medio llena, sí, pero… sobre todo medio vacía, no conviene vaciarla más.

Desde aquí te invito a levantar esa botella, brindar por ti, beberte lo que queda de un trago, o saborearlo sorbito a sorbito, como más te apetezca, pero no dejar de disfrutarlo. Compruébalo tú mism@, una vez hayas saciado tu sed, la botella continuará medio llena (y medio vacía)

Ese es el gran milagro de la vida.

Entre el amor, la abundancia, la convicción y la intuición hay el mismo hilo conductor que une el temor, la escasez, la duda y los infinitos porqués.

Sólo hay que saber escoger el sentido y apostar por él.

Foto de Marvin Meyer en Unsplash

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