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Actitud y estado de ánimo.

Según el psiquiatra Christophe André, algo tan sutil como un estado de ánimo positivo no es más que la nota sostenida de una voluntaria actitud de superación frente al mundo. Pero más allá de precisas definiciones, en mi opinión lo que importa es que el ánimo es la indispensable reserva de energía para el cambio.

Si aceptamos que cambio y conflicto resultan inseparables, y que de esa unión nace la dinámica de la vida, entenderemos la importancia de cómo administramos ese don de un estado de ánimo positivo.

La clave está en que para consolidar cualquier cambio uno tiene que cruzar indefectiblemente la “brecha del desaliento”, ese interín en el que hay mucho esfuerzo y poco rendimiento. Ahí nos quedamos muchos atascados hasta tirar la toalla sin haber alcanzado a disfrutar del subidón exponencial que uno experimenta cuando el cambio, el entreno, ya es suficiente como para que cada nuevo esfuerzo rinda como el que más.

Tener presente esa brecha de desánimo supone poder capitalizar no sólo sobre nuestra autoestima sino también sobre nuestra capacidad de frustración, y acometer los nuevos retos desde una perspectiva finalmente ganadora.

Lanzarse a por un ideal sin esa actitud de victoria regando el camino implica fiarlo todo al éxito o al fracaso de llegada a meta, y eso apunta en la mayoría de las ocasiones a la decepción y a la rueda de desvalorización personal.

Permitidme un ejemplo trivial en el que muchos podamos vernos representados para ilustrarlo:

  • Hoy luce un sol espléndido y tras la nevada de anoche la pista nos brinda una nieve en polvo que anima a disfrutar del esquí.
  • Creo que me he aficionado al tema y viendo los maravillosos equipos para este deporte el entusiasmo va viento en popa.
  • Mmm… ya me he comprado todo lo necesario y más para pasarlo en grande, incluso me he apuntado a un curso “para perfeccionar estilo”
  • Estos comienzos están siendo duros. La nieve no acompaña
  • Le estoy poniendo muchas ganas, pero los resultados no llegan (Brecha del desaliento)
  • Hoy he cruzado una placa de hielo y me he lesionado. Nada grave, pero me ha costado levantarme.
  • Creo que esto del esquí no es para mí. Estoy desanimado.

¿Qué ha pasado aquí? ¿Por qué “he descontado” la brecha del desaliento? ¿Qué me ha hecho pensar que todo sería como lo imaginaba, como el primer día?

Sin la actitud adecuada el estado de ánimo pronto flaquea y nos sumimos en una espiral de descrédito sobre nuestras posibilidades. No se trata de pensamiento positivo idealista sino de recia actitud realista. Sólo con ella el estado de ánimo actuará como red salvadora cuando las cosas se pongan difíciles. El premio es gordo, y va más allá de las pistas de esquí.

Foto de Robson Hatsukami Morgan en Unsplash

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  1. bien dicho, y si luego lo del esquí no es lo mío, pues aceptarlo y a otra cosa mariposa

    1. Bueno es pensar antes de actuar y no actuar y luego justificar.